martes, 26 de abril de 2016

¡Volví! (Aunque a nadie le importe)



Ha pasado tanto tiempo, que ya casi ni lo siento” dice una canción del Bahiano. Bueno, yo sí lo siento, siento el tremendo faltazo que me pegué. Desde enero ni una miserable publicación y no me extrañaría que nadie lea esto porque coño, ¿quién me va a esperar tanto? Ahora entiendo porqué no tengo novio, porque soy muy leeeeenta y tardo muuuucho para todo.

En fin, el tema es que volví y les voy a comentar mis novedades (aunque también sé que no les importa).
Desde enero a hoy no hice mucho, pero un par de cosas ocuparon mi tiempo para que no leyera libros o para que lo hiciera de un modo esporádico y por lo tanto, no tuviera nada de material para poner aquí (ni ganas…)
Bien, el primer punto es que estudié bastante aunque la fiaca ganó y no me presenté a los exámenes porque ya saben, fiaca. Y hacía calor y todo era horrible. El segundo punto es que me fui de vacaciones a la Patagonia y con esto reafirmo lo que alguna vez dije: ES EL LUGAR MÁS BELLO DEL MUNDO.
Concretamente anduve por el Glaciar Perito Moreno y por El Calafate. Próximamente haré un post sobre este lugar y sobre el libro que me traje de allí. Y por supuesto, habrá fotos. Podría ponerlas acá, pero tendría que elegir unas pocas y quiero poner unas cuantas porque YA LES DIJE QUE ES BELLO .Y NO, NO VOY A PARAR DE GRITAR *se la lleva la policía*



Ejem, bueno, acá el comisario me prestó una compu y puedo seguir escribiendo. Ahora continuaré comentándoles cosas que hice durante esta ausencia tan prolongada.
Los que no son de Argentina no sabrán, pero los demás sí. Este último verano fue un horror. El mismo infierno. Un calor agobiante, un sol quemador, un aire caliente como absolutamente TODO. Bien, mientras todos pasaban sus días en la Pelopincho (pileta de lona, para los que no saben),  yo tejía. Sí, tejía. Tejía y sudaba. Por eso quizás, mi verano fue más caliente que el verano de los demás. El tejido tenía una causa y es esta:



Bueno, lo que tienen ahí es una página de facebook que hice. ¿Por qué? La respuesta es que estaba llena de impotencia. Ahora ya nadie está dando mucha bola al tema, aunque sigue pasando, pero en su momento, todo el mundo miraba a los refugiados, básicamente por el nene muerto que encontraron en la playa. Yo ya sabía de la problemática y sé muy bien, como quizás sabrán todos, que con decir “pobrecito” no se soluciona nada. Entonces puse manos a la obra. Sabía que en Europa y también en Siria, había un invierno terrible, que así como acá hacía calor, allá se nevaba todo. Y los refugiados llegaban en balsas, mojados, a vivir en carpas. Sin nada. Así que me puse  a tejer bufandas. Por supuesto, es algo tan inútil como el “pobrecito” que mucha gente decía, pero por lo menos hacía algo. Uno quisiera ser el presidente del mundo y parar tal atrocidad, o ser millonario y ¡qué tejer! comprar cientos de bufandas y regalárselas. Pero yo, como seguro también ustedes, somos gente común y no tenemos tal poder. Así que empecé mi campaña de tejido. Por suerte se me unieron dos chicas más y logramos bastantes cositas.



Más tierno...


Lo complicado era cómo mandar las cosas. Tipo, nadie dice “Me voy de vacaciones a Siria” y vos lo conocés y le decís “Che, llevame esto”. Así que logré comunicación con una asociación española, con una sede en Siria, que con un camioncito repartía las cosas en pueblos totalmente incomunicados. Los tipos muy piolas, me dijeron “Manda por correo”. Claro, por supuesto. 600 PESOS EL ENVÍO DE UN PAQUETITO. Iba a ser algo más que un paquetito, así que de 1200 para arriba. Para los que no son de Argentina, 1200 pesos para una estudiante universitaria que tiene una beca (que ni sé todavía si este año me la otorgarán) es una fucking fortuna. Empecé a contactar a Dios y a María Santísima a ver si alguien por ahí, por esas casualidades, viajaba a España y me hacía el favor de llevar las cosas. El resultado fue nulo. Así que empecé juntar las moneditas:

Éramos tan pobres




Hasta que un día, alguien me mandó un mensajito por facebook. Ana. Y tenía que llamarse Ana para ser buena. Ana vive en Hungría pero es de Pergamino (algo cerca de donde yo vivo). Me dijo que ella conocía una chica de Pergamino que viajaba a España en una semana y que estaba dispuesta a llevar las donaciones. Así que gracias a Ana, contacté a Marisa. A ella le envié por correo una gran caja (el correo a Pergamino sale mil veces más barato que a España). Y Marisa se llevó las cosas. Después contactó a otra piba que vive en Madrid para que alcanzara las cosas hasta la asociación, porque ella no conocía nada de la ciudad.
Aquí las fotos de cuando las cosas llegaron:




Hoy seguro que mis bufandas y los gorros que tejieron las dos grandes chicas que me ayudaron, estarán en Siria o mejor, en Lesbos, que es adonde hace poco partió un contenedor lleno de donaciones.
No sé, creo que es uno de los grandes logros de mi vida. Porque era una locura y nadie me dio pelota (ni siquiera mi madre. Que tu madre no te apoye y que te crea loca, ya es lo peor), y sin embargo lo logré y es una caricia al alma saber que quizás una de las bufandas que tejí con el sudor de mi frente (literal) esté abrigando a un nene o nena.
Y bueno, eso es más que nada lo que quería contarles. No sean malitos y denle “Me gusta” a la página.
Y ahora me despido, pronto les comentaré más novedades ya que tengo otro proyecto con referencia  a Siria. Y como comenté una vez, no sé dónde: ya sé que cerca mio hay gente que sufre, y yo también los ayudo. Pero los refugiados están peor, infinitamente peor, y sólo porque estamos lejos o no nos toca directamente, no hay que hacer la vista gorda.

Bye, bye, fellas!

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